Es un político mexicano, presidente del país entre 1982 y 1988. Cursó la carrera de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México y obtuvo una beca para llevar a cabo una maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard. De 1979 a 1981 fue secretario de Programación y Presupuesto en el gabinete de José López Portillo (1976-1982), a quien sucedería en la presidencia.El período presidencial en México de Miguel de la Madrid, entre 1982 y 1988, comenzó con una severa inclemencia económica y terminó con el escándalo político que provocó la elección de su sucesor designado, Carlos Salinas, frente al aspirante izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas, quien elevó convincentes denuncias de fraude. El sexenio presentó aspectos de transición en el apartado económico, con numerosas medidas anticrisis que prefiguraron las grandes transformaciones liberales de los años siguientes, pero no avanzó ninguna reforma democratizadora del sistema político, omisión que alentó el cisma de la disidencia cardenista y a la postre el final de la larga hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En política exterior, el mandatario fue uno de los artífices del Grupo de Contadora, que intentó pacificar los conflictos centroamericanos.
Formación de la oposición
Durante el gobierno de Miguel de la Madrid se echaron a andar cambios estructurales en el modelo económico para enfrentar la grave crisis que afrontaba el país, y la oposición política comenzó a ganar espacios. De manera que la transición en la que se inscribe su mandato explica las contradicciones que afloran en su visión y en algunas de sus medidas. El entorno internacional estaba marcado por el ascenso del liberalismo económico: Margaret Thatcher en Gran Bretaña, Ronald Reagan en Estados Unidos y los funcionarios de los organismos económicos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial. Además, la llegada de De la Madrid a la presidencia vino acompañada de la inserción de una generación más joven de políticos, formados en las universidades estadunidenses y familiarizados con el pensamiento económico clásico, que buscaba la disminución máxima de la participación del Estado en la economía, la confianza en la autorregulación del mercado y la apertura sin trabas al libre flujo de bienes, servicios y capitales en el ámbito global. Ellos desplazaron a los políticos de corte tradicional y se convirtieron en los principales asesores e interlocutores del Presidente.
La grave situación económica que enfrentaba el país en 1982 se manifiesta en unos cuantos indicadores. La moneda se devaluó en más del cien por ciento en un año, la deuda pública externa se disparó a más de 91 000 millones de dólares (más de la mitad eran préstamos a corto plazo en 1981), las reservas del Banco de México se agotaron, la fuga de capitales alcanzó entre 17 300 y 23 400 millones de dólares y la inflación bordeaba el 100%. El presidente saliente, en una medida desesperada por detener la fuga de capitales y la devaluación, nacionalizó la banca y estableció el control de cambios, lo que generó enorme oposición en buena parte de los grandes propietarios y de la clase media. La situación del país era difícil, y el apoyo del PRI y de la izquierda partidista y no partidista a la medida nacionalizadora fue insuficiente para detener la ola de incertidumbre.
La falta de recursos financieros del gobierno y la difícil situación económica de muchas empresas obstaculizaban la continuidad de las políticas redistributivas que habían caracterizado previamente al Estado autoritario. Esta situación erosionaba las bases populares que sustentaban al régimen, al tiempo que la nacionalización bancaria debilitó la alianza con las elites. Ante su incapacidad de responder a los reclamos económicos de las mayorías, De la Madrid intentó controlar a los diferentes actores y grupos de presión para que respaldaran sus directrices, e hizo cuanto pudo por acotar la independencia y la crítica de empresarios y sectores populares. A la vez, trataba de convencer a la sociedad de que las medidas económicas liberales ortodoxas que iba a aplicar eran la única salida para el país. El cambio de proyecto económico era impopular, conllevaba sacrificios para toda la sociedad, pero en especial afectaría a los sectores más numerosos con menores ingresos y a la clase media, de manera que, impulsando el miedo a un caos inminente, buscaba conseguir cierto consenso o al menos disminuir la crítica. Para el candidato electo, la única forma de implantar estas medidas difíciles era fortaleciendo el presidencialismo y, con ello, afianzando el autoritarismo del sistema político.
El Fraude Electoral de 1988
La elección presidencial de 1988 es uno de los pasajes más polémicos en la historia de México; la famosa “caída del sistema”, que presuntamente devino en el triunfo electoral de Carlos Salinas de Gortari sobre Cuauhtémoc Cárdenas.
La historia del presunto fraude electoral señala que Cárdenas tenía ventaja sobre Salinas en los conteos preliminares, por lo que el gobierno federal, encabezado por Miguel de la Madrid, ordenó suspender el flujo de información; una vez que fue reanudada la difusión de los datos, el priista ya estaba a la cabeza.
Aquella elección presidencial fue la primera donde se empleó un sistema de resultados preliminares; el cual era bastante rústico, comparado con la tecnología actual. El internet en México era visto como un sueño futurista y las computadoras no contaban con la velocidad necesaria para operar un proceso tan grande como una elección presidencial.
Los resultados de los distritos electorales eran informados vía telefónica a la Comisión Federal Electoral (CFE), la cual era presidida por Manuel Bartlett Díaz, el entonces secretario de Gobernación. La información era plasmada en papel por un grupo de secretarias, quienes entregaban la información al funcionario y éste la compartía con los representantes de los partidos. Ante esta situación, Diego Fernández de Cevallos, representante de la bancada panista en la Cámara de Diputados, dijo que el sistema “se cayó”, es decir, que se había dejado recibir por teléfono la información proveniente de los distritos. Actualmente, hay quienes consideran que el panista no dijo “se cayó”, sino “se calló”, es decir, guardó silencio.
Sin datos oficiales y con el sistema de resultados preliminares detenido, la noche de aquel 6 de julio, el presidente nacional del PRI, Jorge de la Vega Domínguez, declaró que “con las actas en la mano” Salinas de Gortari había ganado la elección presidencial. Aquellas palabras hacían pensar que el PRI tenía mayor información sobre el proceso que la propia CFE y la Secretaría de Gobernación. Cárdenas acusó fraude electoral e inició un movimiento que concluyó con la formación del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Salinas asumió la Presidencia de la República el 1 de diciembre de 1988. Mientras que Bartlett fue señalado como el principal responsable del presunto fraude electoral; durante el sexenio salinista ocupó la titularidad de la Secretaría de Educación Pública.
Referencias Bibliográficas
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